sábado, 26 de junio de 2010

Tapaç 24

Éste establecimiento, dirigido por Carles Abellán, es uno de los mejores y más frecuentados bares de tapas de toda la ciudad condal, conocido no sólo por sus tapas tradicionales, sino por incorporar en cierta manera el estilo elBulli (ya que el chef fue discípulo de Ferrán Adriá) en el tapeo, utilizando así elementos clásicos que se transforman en modernos sin hacerlo de una manera snob.


El sitio, localizado en pleno paseo de gracia es un sótano con tres mesas afuera. Dentro hay una barra y unas cuantas mesas repartidas por el local. Al llegar se nos preguntó si queríamos una bebida mientras esperabamos lugar, ya que, como cualquier buen lugar en Barcelona por viernes en la noche, estaba lleno. Obviamente, pedimos Moritz (la cerveza Barcelonesa por excelencia).


Una vez nos sentamos en la barra, con nuestras bebidas en una mano y el menú en la otra, ordenamos casi toda nuestra comida de golpe. Unas patatas bravas, pa amb tomaquet, una Mc Foie Burger, el bikini comerç 24 y un gazpacho.


Como era de esperarse, el gazpacho llegó primero, por su carácter refrescante y ligero, no hubo mejor manera de haber comenzado la cena. Era simplemente una crema de tomate, que iba con una cantidad mínima de aceite aromatizado con perejil. Fue refrescante, sí, pero tal vez demasiado, aunque esto no impidió que lo disfrutáramos.


Luego llegó el pa amb tomaquet (pan untado con pulpa de tomate), el cual es el acompañamiento básico en cualquier tapeo, y claro, también llegaron las patatas bravas, las cuales tenían una salsa de tomate picante y un alioli ligero que lo complementaba hermosamente.


Acto seguido, las McFoie, que sin duda, son las hamburguesas más elegantes (en cuanto a ingredientes) que he probado. El pan era un típico pan de hamburguesas sin semillas, pero estaba ligeramente tostado y tenía un toque de aceite de oliva y mantequilla, que le daba un toque aromático, llevaba una rebanada de queso estilo manchego muy suave, para no enmascarar los sabores de esa deliciosa carne con foie gras, la cual era un tartar de carne con foie pasado por la plancha para sellar los poros de la carne y mantener todos sus jugos en el interior, el cual por cierto, estaba casi crudo (mas no frío). Algo que nunca creí, una hamburguesa que fuera toda una experiencia culinaria.


Justo dí la última mordida a mi hamburguesa, ya me traían el siguiente plato: el bikini Comerç 24. Éste sandwich era un pan blanco tostado y sin cortezas, con jamón de cerdo ibérico y un queso cuya variedad no recuerdo, y que al igual que la hamburguesa, tenía un toque de aceite de oliva.


Todavía con ganas de más, leímos con atención los especiales del día, entre los cuales destacaban los espárragos de Gavá y los salmonetes a la andaluza. Al no poder decidir entre ambos, pedimos los dos.


Primero nos sirvieron los espárragos, venían en un plato largo, de un lado los espárragos con una emulsión de aceite, anís y algo más que no logro recordar, y del otro lado, una salsa verde que parecía una mayonesa aromatizada (aunque sus ingredientes son tan desconocidos para mí como para ustedes), con la cual debíamos napar los espárragos con aceite y luego comerlos. Por curiosidad, primero probé un espárrago sin la salsa. El sabor era tan abrumante y potente que tuve que quitármelo con un gran trago de cerveza, pero al contrario, la salsa era totalmente suave y aromática, con toques de hierbas frescas, lo cual complementaba perfectamente a los espárragos, ahí me dí cuenta de porqué había que naparlos con la salsa. Buenos, si, pero nada del otro mundo.


Después llegaron los salmonetes a la andaluza. Pequeñísimos pescados de unas tres pulgadas de largo, con un hermoso color naranja/rojizo en toda la piel y que venían completos (sólo eviscerados, pero con cabeza, espinas y cola) rebozados en harina y luego fritos. La fritura no era excesiva y la carne del salmonete se mantuvo con todo su sabor y textura. El camarero nos indicó que se comía todo (sí, TODO) aunque yo, por motivos personales, evité comerme la cabeza, además, ya me parece suficientemente raro comerme un pescado con todo y espinas como para comerme también su cabeza. Aquí, el producto no estaba alterado, era sabor del mar 100% puro y bruto.


Estando llenos a tope, optamos por pedir el postre, que fué una "xocolata" y un "corte de helado". Dejando de lado el hecho de que los camareros prácticamente olvidaron nuestra orden y estuvimos casi veinte minutos esperando que salieran dos postres, estaban muy buenos. El mío (la xocolata) eran tres quenelles de cremoso de chocolate oscuro, aliñado con aceite de oliva extra virgen, unas flores de sal encima y una tostadita de pan para acompañar a cada uno. Era algo nuevo, jamás esperé comer chocolate con sal para el postre, pero puedo asegurarles que lo haré mas seguido, y les recomiendo que ustedes también lo hagan.


Mientras yo disfrutaba mi postre, mi amigo devoró el suyo con tal velocidad que ya no recuerdo como era, sólo supe que era algo así como un sandwich de helado, pero el no quiso decir otra cosa mas que: "Está buenísimo, si pudiera, me comería tres más".


Claro está, que estábamos MUY llenos y pedimos la cuenta apenas terminamos, salimos, y nos dimos cuenta de que a pesar de que casi era la hora del cierre, seguía llegando gente a hacer cola. Ojalá y hubiera más sitios como éstos, donde la cocina se luce haciendo lo típico de un tapeo y le añade su propio "twist" para hacerlo una experiencia única y que quieres repetir lo antes posible. Es seguro que yo volveré a Tapaç 24, con hambre y ganas de probar más.

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